"Tu deseo sea de ver a Dios; tu temor, si le has de perder;
tu dolor, que no le gozas, y tu gozo, de lo que te puede llevar allá,
y vivirás con gran paz." (Santa Teresa de Jesús)
1. La inspiración divina
Las Carmelitas del monasterio de La Encarnación habían decaído mucho de su primitivo fervor a principios del siglo XVI. Observaban la Regla mitigada y su locutorio era una especie de centro de reunión de las damas y caballeros de la ciudad. Por otra parte, las religiosas podían salir de la clausura con el menor pretexto, de suerte que el convento era el sitio ideal para quien deseaba una vida fácil y sin problemas. La comunidad era sumamente numerosa, lo cual era a la vez causa y efecto de relajación. En La Encarnación vivían 140 monjas.
Monasterio de la Encarnación (Ávila) |
Ante este panorama, Santa Teresa de Jesús sintió el llamado divino de fundar un monasterio de mayor austeridad, a ejemplo de las Clarisas Descalzas de Madrid, donde se observase la Regla primitiva. Quiso dar vida a una casa “de haber solas quince...con grandísimo encerramiento, así de nunca salir como de no ver si no han velo delante del rostro, fundadas en oración y mortificación” (Carta del 23.12.1561 a su hermano Lorenzo de Cepeda; y cap. 32 de Vida). Su Reforma buscaba retornar a la vida centrada en Dios con toda sencillez y pobreza, como la de los primeros ermitaños del Monte Carmelo. Ayudada por Doña Guiomar de Ulloa y aconsejada por San Pedro de Alcántara, San Francisco de Borja y San Luis Beltrán, preparó en su ciudad natal la casita que serviría de monasterio, cuya erección autorizó la Penitenciaría Apostólica el 7 de febrero de 1562 con el breve Ex parte vestra.
2. ¿En qué consiste la Reforma de la Santa?
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Monasterio de San José (Ávila) |
La inauguración del monasterio
tuvo lugar el 24 de agosto de 1562. Santa Teresa se unió a las primeras cuatro
postulantes en el mes de diciembre. Elegida Priora a comienzos del año
siguiente, organizó la nueva vida con una decisiva orientación contemplativa
centrada en la oración, entendida ésta como un contacto de amistad con el Amado “que
tiene tantos enemigos y tan pocos amigos”; contacto sostenido con la
soledad de la clausura estricta, el silencio, la pobreza, la penitencia, el
trabajo manual, la abstinencia de carnes y las alegres recreaciones. Santa
Teresa no admitió al principio más que a trece religiosas, pero más tarde, en
los conventos que no vivían sólo de limosnas sino que poseían rentas, aceptó
que hubiese veintiuna. Y todo ello con una clara orientación apostólica: por la
Iglesia, por el Papa y por los sacerdotes (Camino 1-3).
No se conocen las primeras leyes
que regulaban la vida de aquel primer “Palomarcito”, aunque se vislumbran en el
reglamento presentado por la Santa en 1567 al Prior General de la Orden, P.
Juan Bautista Rubeo, para los Carmelitas Descalzos. El primer texto conocido
que recoge el ideal de la Reforma fue Camino de Perfección (1566),
donde Santa Teresa expone con claridad su ideal y los medios para vivirlo. Ideó
la vida en la Reforma como una búsqueda amorosa de Cristo y de su intimidad con
Él en la oración, exigiendo que quien aspirase a la Orden fuera “persona
de oración”. No se trataba simplemente de tener mujeres capaces de hacer
dos horas diarias de oración mental y de recitar el Oficio Divino, sino de que
vivieran juntas manteniéndose continuamente unidas al Señor, en la “soledad
mandada por la Regla”, en el trabajo manual a imagen de los pobres y en la
penitencia que conforma la voluntad con la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
El primer texto de Camino
de Perfección confirma este ideal: la oración “es el
fundamento” de la vida en el monasterio. Además, para que la oración
sea verdadera debe ser sostenida con la mortificación, dado que “oración y
regalo no se compadece” (Camino 5,2). Siguiendo la Regla,
exige el recogimiento en la propia celda, lo cual favorece el silencio y la
oración misma. Por otro lado, Santa Teresa apunta a la vida familiar como
expresión de la caridad fraterna, donde las pocas religiosas, reunidas como el
pequeño “colegio de Cristo”, “todas han de ser amigas, todas se han de
amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar” (Camino 6,4).
3. La cuestión
de las Constituciones
Este ideal de la Reforma
Teresiana se plasmará en las Constituciones de la Santa, redactadas
en vista a las nuevas fundaciones y aprobadas por el General Rubeo en 1568. En
1581 se reunirá en Alcalá de Henares el primer Capítulo Provincial de los
Descalzos, constituidos en Provincia independiente con el breve Pia
consideratione de Gregorio XIII del 22 de junio de 1580. En dicho
Capítulo se promulgaron las Constituciones para las monjas. La Santa había
trabajado en estas leyes, pidiendo observaciones a todas sus comunidades;
observaciones cribadas por ella misma antes de trasmitírselas al Provincial Fray Jerónimo de la Madre de Dios (Gracián), probable autor de la redacción del
texto complutense de 1581.
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Fray Jerónimo de la Madre de Dios (Gracián, 1545-1614) Hijo predilecto de Santa Teresa |
En 1585 fue elegido Provincial el
P. Nicolás de Jesús María (Doria) que intervino las Constituciones de 1581.
Santa Teresa ya había fallecido (1582) y el P. Nicolás alteró las leyes dadas
por ella y por el Capítulo de Alcalá (1581) sobre el gobierno, confesores,
visitas canónicas y elecciones en los monasterios. También suprimió la
dedicatoria de las Constituciones a la “Madre Teresa” y la
carta introductoria del P. Gracián.
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Madre Ana de Jesús (1545-1621) Defensora del legado teresiano |
Tras diversas oposiciones (Ana de
Jesús, María de San José, P. Gracián) y conflictos, en 1592 el P. Doria
promulga unas nuevas Constituciones, introduciendo todas las normas jurídicas
que quiso. Este texto legislativo se impuso en todos los Carmelos y fue la
norma de vida hasta 1926, en que se revisaron para adecuarlas al nuevo Código
de Derecho Canónico de 1917. La revisión se hizo entonces con extremo cuidado, “por
el temor de que fuese alterado el venerado texto que la Santa Madre, inspirada
del Cielo, había con tanta precisión compuesto y observado” (Fr.
Guillermo de San Alberto, Prepósito General de los Descalzos).
4. Las
Fundaciones teresianas
"Teresa
sin la gracia de Dios es una pobre mujer;
con la gracia de Dios, una fuerza;
con la gracia de Dios y mucho dinero, una potencia".
Relación de los
Carmelos Descalzos fundados por Santa Teresa de Jesús:
. San José de Ávila (1562)
. Medina del Campo (1567)
. Malagón (1568)
. Valladolid (1568)
. Toledo (1569)
. Pastrana (1569), trasladado en
1574 a Segovia
. Salamanca (1570)
. Alba de Tormes (1571)
Tras el trienio en que fue
nombrada Priora de La Encarnación:
. Segovia (1574)
. Beas de Segura (1575)
. Sevilla (1575)
. Caravaca (1576)
Tras la suspensión temporal por
el conflicto entre Calzados y Descalzos:
. Villanueva de la Jara (1580)
. Palencia (1580)
. Soria (1581)
. Granada (1582)
. Burgos (1582)
. Trabajó en las gestiones para
la fundación tan deseada de Madrid que se llevaría a cabo cuatro años después
de su muerte, en 1586.